Tras el ascenso del PP y Vox en muchos ayuntamientos, se han ido eliminando espectáculos contrarios a sus ideas o valores, como el Orlando de Virginia Wolf. Afortunadamente también se han sucedido las iniciativas tendentes a restablecer la libertad de expresión y el pluralismo de pensamiento
¿Qué nos está pasando en este país? Lo que para algunos eran fantasmas y miedos sin fundamento en una democracia consolidada, se está convirtiendo en una dura realidad que nos permite ver con claridad todas las miserias y ruindades que, desde un pasado no muy lejano, nos acechan sin descanso en todos los ámbitos. Pero esta vez sin disfraz que las dulcifique.
Me refiero al continuo goteo de actos de censura cultural de los últimos meses. Censura que, hasta el infame comportamiento de Luis Rubiales con la futbolista Jenni Hermoso (la visibilización de la misoginia futbolística), se había convertido en noticia casi diaria y que me ha hecho recordar el dicho de que “uno es casualidad, dos es coincidencia y tres es un patrón”.
He vuelto a leer Orlando: una biografía, la sexta novela de Virginia Woolf, publicada en 1928 y que constituye el mayor éxito de la autora, reconocida como un clásico de la literatura inglesa contemporánea y considerada una de las novelas más influyentes en los estudios de género.
La autora relata a lo largo de tres siglos la biografía de un noble poeta inglés casi inmortal que, de la noche a la mañana, se transforma en mujer, pero sigue manteniendo su identidad. En la novela se tratan temas considerados tabúes en su época, como la homosexualidad, la sexualidad femenina, el papel social de la mujer y su relación con la creación literaria. Todos estos temas se presentan contextualizados en distintos períodos históricos: desde el período isabelino, pasando por el período victoriano, hasta finalizar en los inicios del siglo XX.
El hecho de que profundice en asuntos como el género, la libertad y la identidad, hace de Virginia Woolf una pionera de la literatura feminista que critica los convencionalismos y las normas sociales que atentan contra la libertad de los individuos por razones vinculadas enteramente a los roles de género.
Aunque pocos años después de su publicación fue traducida al español por Jorge Luis Borges, en julio de 1944 la dictadura franquista prohibió la distribución de 1.000 ejemplares importados desde Argentina. La versión traducida por Borges no obtuvo el plácet de los censores, pese a alterar sustancialmente la obra original, puesto que el autor argentino, que manifestó sus posturas conservadoras, eliminó palabras y frases completas, además de alterar pronombres.
“A lo largo de la traducción hallamos el privilegio de lo masculino, la atenuación de pasajes chocantes y algunos cambios radicales que parecen manifestaciones concretas de la propia opinión de Borges”, explica la académica Leah Leone que en 2008 realizó una revisión crítica de su traducción. “Borges introdujo afirmaciones explícitamente contrarias a las de Woolf; por ejemplo, su crítica al patriarcado quedó arrinconada por la traducción de Borges que neutraliza los elementos del género que han hecho de Orlando un texto fundamental de los estudios feministas y queer”, indica el estudio de Leone.
A pesar del boicot a los planteamientos de Woolf, la traducción y censura de Borges no fueron suficientes para el franquismo y no se publicó íntegra en España hasta 1978.
Parece mentira que, después de tantos avatares, en pleno siglo XXI esta obra maestra siga siendo cuestionada. En 2021 el gobierno ultranacionalista húngaro prohibió la venta libre de esta y otras obras clásicas, como la Metamorfosis de Ovidio, poemas de Safo, versos de los franceses Paul Verlaine o Arthur Rimbaud, novelas del alemán Thomas Mann e incluso dramas y sonetos del inglés William Shakespeare, entre muchísimos otros, insistiendo en que esta normativa, que forma parte de una ley más amplia que aumenta las penas por pedofilia y crea una base de datos de delincuentes sexuales, es necesaria para proteger a los niños.
En nuestro país, la compañía madrileña Teatro Defondo representa desde 2019, subvencionada por el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, una versión teatral del Orlando, empresa nada sencilla por la narrativa de Woolf y la compleja trama de esta historia, pero con gran éxito de público y crítica (finalista a los Premios Max en la categoría de Mejor Adaptación Teatral y ganadora del XXI Certamen Nacional para Directoras de Escena de Torrejón de Ardoz, con más de cien representaciones en diferentes localidades como en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres, en distintas salas de Madrid, País Vasco y de ciudades como Cuenca, Zamora o Cantabria).
A comienzos de junio de este año acordó presupuesto y fechas para representarse en Valdemorillo (Madrid) el 25 de Noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer, pero el nuevo Gobierno del Ayuntamiento, formado por el PP y Vox, decidió suspenderla.
Tras esta decisión, el director de la compañía publicó un comunicado en el que valora que se trata “de un caso de veto ideológico por parte de la concejala entrante” y que pretende “denunciar que se ha vetado una obra de la literatura universal y a una autora reconocida mundialmente”. “Ni esta ni ninguna pieza artística debe ser objeto de censura política”, añade.
“Sabemos que su justificación va a ser siempre presupuestaria, van a intentar por todos los medios desviar la atención con excusas económicas de lo que realmente es pura censura”, concluye.
Y lo terrible es que este es solo un eslabón de la cadena de censuras con la que los gobiernos del PP y Vox ya amenazan las libertades y que ha arrancado en los lugares donde se han repartido el poder tras las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo y supone una primera muestra de lo que nos espera si llegan al gobierno de la nación.
Sirvan como ejemplo la censura de la última película de Buzz Lightyear, de Angus MacLane, en el municipio cántabro de Santa Cruz de Bezana por el beso de dos mujeres; la cancelación en Briviesca de “El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca” obra de teatro que homenajeaba a un maestro de la Bureba (Burgos) que fue fusilado en julio de 1936; en Getafe, “La villana de Getafe” de Lope de Vega por insinuaciones sexuales; en Mallorca, “Nua (Radiografía d´un trastorn)” de Ann Perelló, sobre la anorexia; en Toledo han censurado “La infamia” de la periodista mexicana Lydia Cacho (basada en su libro autobiográfico “Memorias de una infamia” en el que narra el secuestro que sufrió y el modus operandi de las mafias mexicanas y de “un Gobierno cómplice de la corrupción y la violencia”, según describe la compañía Teatro Español en la sinopsis de la obra premiada en los Max 2023. Han cuestionado en Jaén la obra “Romeo y Julieta despiertan” protagonizada por Ana Belén y han hecho desaparecer el Festival EnClave de Calle tras veintidós exitosas ediciones a cargo de la Concejalía de festejos del Ayuntamiento de Burgos, esgrimiendo, una vez más, razones económicas.
Pero es evidente que no se trata de falta de presupuesto, sino de la intención de acabar con la cultura y sus representantes. Continúan su cruzada contra la cultura, la igualdad y la diversidad, porque no hay nada que les asuste más que el teatro, la música, la poesía… y sus actuaciones denotan un paupérrimo nivel cultural al censurar obras tan reconocidas como las citadas.
Su idea de cultura pasa por la de una España cañí, casposa y retrógrada, de toros y misa diaria, pero “modernizada” por un rosario de salas de juego que autorizan a más velocidad que a la que censuran el arte.
El discurso de la derecha da miedo, pero sus actos aún más. Un pueblo sin cultura, sin arte, sin educación… es más fácil de manejar. Ese es su objetivo y, para conseguirlo, siguen una estrategia bien planificada. No se trata en absoluto de situaciones fortuitas que surgen al azar. Si no los frenamos iremos sumando más descalabros que nos resten cultura, arte, participación, turismo y ocio de calidad…
El primer perjudicado es un sector que acumula retrasos en pagos, convenios y subvenciones: los actores, técnicos, productores, músicos… En segundo lugar, sus familias. Y en último término, toda la ciudadanía. ¡Qué tristeza!
Es intolerable que anden censurando y suspendiendo, no solo obras de teatro, sino también las líneas de actividad y programación culturales y sociales, actuales y venideras, en función de los objetivos e ideología de una minoría que desde hace poco gobierna en alcaldías y Comunidades Autónomas y amenazan con conseguir el gobierno de este hermoso país que, a pesar de todo, aún es España.
Por suerte, se van articulando respuestas:
La obra censurada por PP y VOX en Burgos “El mar, visión de unos niños que no lo han visto nunca” que narra la historia de Antonio Benaiges, un maestro republicano de la escuela rural de Bureba, fusilado tras el Golpe de Estado del 36, será representada en El Festival de Teatro de Olite y en el Teatro Apolo de Miranda.
Se trata de una obra de memoria histórica que narra la historia de un profesor de una escuela rural que en el año 36 promete a sus alumnos viajar y llevarlos a conocer el mar, pero no puede cumplir su palabra porque es fusilado en julio. Esta situación genera reflexión y facilita el diálogo, ayuda a generar una sociedad más comprometida y crítica, y tal vez sea eso lo que determinados grupos políticos de la derecha y ultraderecha interpretan como una amenaza y, por eso, intentan vetar estas obras.
El 27 de julio el pleno del Ayuntamiento de Santiago ha aprobado, con el apoyo de todas las formaciones, una declaración institucional en la que la corporación rechaza la “censura cultural promovida por el partido de ultraderecha Vox, allí donde tienen cargos de responsabilidad como alcaldes o concejales de gobierno”.
El 12 de agosto Amaral reivindicó en el festival Sonorama su apoyo a las mujeres que ven amenazada su dignidad; “por Rocío, por Rigoberta, por Zahara, por Mirel, por Bebe…, por todas nosotras. Porque nadie nos puede arrebatar la dignidad de nuestra desnudez, la dignidad de nuestra fragilidad, de nuestra fortaleza…”.
En el Ayuntamiento de Valladolid, el PSOE ha presentado una moción para la defensa de la creación y la exhibición artística en la ciudad. La propuesta, realizada junto con la Federación de Asociaciones de Vecinos Antonio Machado y defendida por la asociación Mujeres Artistas Profesionales de Valladolid (MAPVA) ha sido rechazada con los votos en contra del PP y Vox.
La recién creada Organización por la Libertad Artística (OLA) y su manifiesto de la campaña #StopCensura en el que señalan que: “estas acciones pretenden reprimir la expresión de la diversidad, así como impedir que soñemos con otras realidades que están por construirse. Ante la violencia contra una cultura plural, la tibia respuesta de las instituciones nos deja sin protección. Desde ahora, tomamos la palabra. La lucha es urgente”, afirman en un texto que han compartido en varias lenguas que incluyen el castellano, el catalán, el euskera y el gallego. Frente a quienes defienden que “las Artes no pueden cambiar el mundo”, afirman que es “la mentira más grande jamás contada”. Es más, reivindican que “no existe una herramienta de cambio más poderosa que la Cultura”.
Desde OLA recuerdan que la cultura es, ante todo, “un derecho fundamental” que, en su ejercicio, “no debería someterse a ningún tipo de censura, ya sea política o económica”.
La educación y la cultura conforman la única posibilidad de que se extienda una nueva conciencia basada en el respeto, la solidaridad, la igualdad en la diversidad, el pluralismo… Precisamente esa educación y esa cultura que la extrema derecha y el Partido Popular quieren transformar en recurso y no en derecho, para crear un laboratorio de ideologías malsanas facilitando a los más reaccionarios el control de la escuela y de los contenidos culturales.
No podemos seguir impasibles ante estos actos de censura. Como sociedad tenemos el deber de denunciarlo y actuar para que no venza la brutalidad sin cabeza ni escrúpulos, porque no se sabe hasta dónde puede dañar. La única posibilidad es tomar conciencia y movilizarnos, ya que suponen un peligro que lamentaremos si no ponemos freno pronto.
La desidia, el miedo, la cobardía, la pereza, la renuncia, el callarse, el no pronunciarse, el quedarse agazapada en silencio esperando que todo sea un mal sueño y no vaya a más, ahora no es una opción. Si no alzamos la voz y actuamos con rotundidad nos convertiremos en los idiotas manipulables con un pensamiento único que ellos pretenden.
Esto ya no tiene que ver solo con ideologías o partidos políticos; esto va de libertades y derechos fundamentales, de diversidad y riqueza humanas, sociales y culturales.
Por suerte, este país todavía tiene mucha más cultura que algunos políticos.
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