ARGUMENTOS PROGRESISTAS N.º 50, marzo-abril 2023

CRISIS TERRITORIAL Y LA ESPAÑA VACIADA

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Si los partidos democráticos no reaccionan enfrentándose al problema de la despoblación, el sentimiento de abandono en los territorios de La España Vaciada puede convertirse en cabreo y ser una amenaza para la consolidación del modelo de estado de convivencia y de solidaridad

Los Retos de nuestra sociedad y sus lecciones

Si analizamos la capacidad de solucionar los problemas de la sociedad española durante los últimos 40 años (etapa democrática) podemos decir que las administraciones tienen alta eficiencia en abordar retos a corto plazo (síntomas), pero baja en aquellos de largo plazo (causas subyacentes). Somos eficientes en combatir los síntomas, pero nos cuesta aplicarnos en la resolución del origen del problema.

Algunos ejemplos de este modelo de comportamiento los encontramos en la salud, donde es más fácil bajar la fiebre que eliminar el virus; en los incendios forestales, donde priorizamos la extinción frente a la prevención; en la financiación de los costes de la hiper e infra densidad poblacional, cuando sabemos que ni las grandes ciudades ni los pequeños pueblos son sostenibles a medio y largo plazo; y otros muchos.

Pues bien, estas respuestas sintomáticas solo agravan el problema, o como mínimo, no tienen efecto distrayendo recursos y atención social y política, lo que genera sensación de fracasos continuados y nos lleva a la frustración colectiva.

Creo que el mejor ejemplo de esta forma de afrontar las crisis en España es el de la despoblación; las administraciones nacionales, autonómicas, provinciales y locales se aplican en implementar medidas coyunturales, pero no se atreven a implementar medidas estructurales, cuando todos sabemos que el origen de la despoblación está en el “desequilibrio territorial” provocado por el modelo de desarrollo implantado durante la dictadura y no corregido durante la democracia

Nación y nacionalismos
El término nación es utilizado para designar aquellos grupos humanos que creen compartir unas características culturales comunes -lengua, raza, historia, religión- y que, basándose en ellas, consideran legitimo poseer un poder político propio, sea un Estado plenamente independiente o un gobierno relativamente autónomo dentro de una estructura política más amplia.
A todos estos elementos objetivos, necesariamente hay que añadir un elemento subjetivo para constituir una nación y es lo que Ernest Renan llamo “plebiscito cotidiano” o la “decisión diaria de ser franceses”
Y esto es lo que, en último extremo, define a las naciones.
Ante las dificultades que presentan los rasgos culturales como criterios de diferenciación, acabamos aceptando que son naciones aquellos grupos humanos cuyos miembros se sienten, o quieren ser, nación. Por otro lado, el termino nacionalismo, es mucho más difícil de precisar, aunque en nuestro país, la acepción más utilizada se refiere a la doctrina o principio político de acuerdo con el cual cada pueblo o nación tiene el derecho a ejercer el poder soberano sobre el territorio en que habita (Mater Dolorosa, de José Álvarez Junco)

Crisis territorial, el reto del Siglo XXI

El título VII de la Constitución Española, en sus artículos 138 y 139, garantiza la realización efectiva del principio de solidaridad consagrado en el artículo 2 de la Constitución, velando por el establecimiento de un modelo de desarrollo territorial y social en equilibrio, garantizando la igualdad de todos los españoles y la cohesión territorial de los mismos.

Tras más de 40 años de vigencia de la Constitución Española de 1978, la crisis del modelo territorial sigue vigente; la política del “café para todos” no ha sido capaz de resolver uno de los problemas más importantes del país, los nacionalismos periféricos y el nacionalismo español que surge como reacción a aquellos.

A pesar de esta declaración institucional, de todos es conocido que este principio de igualdad y solidaridad de los territorios y ciudadanos del estado español no se cumple en aquellos espacios conocidos como “La España Vaciada”.

Si los partidos políticos tradicionales no reaccionan y se enfrentan al problema de la despoblación, el sentimiento de abandono en los territorios de La España Vaciada puede convertirse en cabreo y ser una amenaza para la consolidación del modelo de estado de convivencia y de solidaridad.

Y no sería inteligente que se entreveren y confundan estos dos problemas (despoblación y nacionalismos) por cercanos que nos puedan parecer y algunos insisten en presentar, ya que la confusión no ayudaría en la búsqueda de soluciones.

Desde el movimiento ciudadano de “La Revuelta de La España Vaciada” consideramos que para abordar el problema de la despoblación es absolutamente necesario un “pacto de estado” entre partidos políticos para definir políticas coherentes con la complejidad territorial, social y económica que plantea.

El termino España Vaciada no ha tenido buena acogida por parte de los partidos políticos tradicionales, no les gusta; sin embargo, cada día se extiende más su uso y es el que mejor representa el sentimiento de abandono secular que tenemos los ciudadanos de estos territorios sin fronteras geográficas claras (están comprendidos en distintas comunidades autónomas), pero con limitaciones arrastradas –desde los años 50 del siglo pasado– muy definidas

Las próximas elecciones de 2023, locales, autonómicas y nacionales, nos permitirán analizar y, en su caso conocer, si este concepto-sentimiento se mantiene, disminuye o por el contrario crece entre los ciudadanos de estos territorios y sus consecuencias en el devenir político de nuestro país.

En un reciente artículo de Víctor Lapuente en El País decía:

No es lo mismo no tener un oncólogo a 50 kilómetros, como ocurría hace años, que perderlo habiéndolo tenido. Y quien recolecta el enfado es la ultraderecha. Se dice que los motores del voto extremista son la economía y el cambio cultural, pero, como indica un estudio de la politóloga Catherine De Vries en municipios italianos, hay un factor oculto: la desafección ciudadana con la privación de servicios públicos. La derecha radical crece en toda la Europa rural porque es capaz de recoger esta geografía del descontento. Con curiosas excepciones, como el País Vasco o Cataluña, los partidos tradicionales viven ensimismados en sus cuitas capitalinas, como los emperadores romanos, más pendientes de las querellas por el poder que de las quejas de las provincias. Los pueblos gimen y los bárbaros lo saben.”

(Víctor Lapuente, El País,10 de enero de 2023)

No podemos banalizar esta amenaza latente contra nuestra democracia; los partidos democráticos deben hacer frente a la despoblación (pacto de estado) y no permitir que surja un nuevo “nacionalismo rural” alimentado por la extrema derecha.

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