MUSICANDO… LA IZQUIERDA ANTE LAS ELECCIONES

José Ramón Rebollada

Patti Smith / People have the power

Mujer con la mano en la cara Descripción generada automáticamente con confianza media

¡Albricias! ¡Albricias! ¡Elecciones!

Recuerdo sin nostalgia alguna aquellas jornadas electorales intensas desde el punto de vista periodístico, muy largas todas ellas. Una de las expresiones que utilizábamos los periodistas en esas jornadas es: “fiesta de la democracia”, y he reflexionado mucho a lo largo de los años sobre esa expresión. No voy a hacer ningún llamamiento a la abstención, por supuesto, nada de abstinencia política. Pero sí voy a poner sobre el tapete unas pocas ideas con relación a esa supuesta fiesta democrática.

El derecho al voto ha sido una de las luchas más longevas de la humanidad. Dando por bueno el dato de que la democracia nació en Atenas en el siglo V AC., ha pasado muchísimo tiempo para que se universalizase. En Atenas solo votaban unos pocos varones adultos. Las mujeres tuvieron que esperar hasta el siglo XX para que se les reconociese su derecho al voto. Destacabilísima la lucha de las sufragistas en el Reino Unido imperial, un imperio curiosamente gobernado por una mujer: Su Majestad Imperial Alexandrina Victoria del Reino Unido. En Estados Unidos los negros no tuvieron derecho a votar de forma efectiva hasta 1965. El llamado «sufragio universal» es una cosa de anteayer, hablando en términos históricos.

En España el sufragio universal es una realidad actualmente. Todos los ciudadanos mayores de 18 años tienen derecho a votar, y aquí cabe apuntar también la reivindicación de ampliar ese derecho a todas las personas mayores de 16 años. ¡Afortunados nosotros los españoles que tenemos derecho al voto! Otra cosa bien diferente es sobre qué se nos permite ejercer ese derecho. La respuesta es simple. En términos generales se nos permite votar cada cuatro años para elegir los gobiernos del municipio, la autonomía, el país, y cada cinco años en la Unión Europea.

Dicen que la soberanía reside en el pueblo, y hay pocas falacias en el mundo más grandes que esta. La soberanía es, según la RAE, el poder político supremo que corresponde a un Estado independiente. La trampa consiste en argumentar que tenemos el derecho de elegir a nuestros representantes políticos, que son los que ejercen el poder de forma efectiva. Pero ¿qué es lo que nos dejan elegir? Pues una vez cada cuatro años, o cinco, nos dejan acudir a las urnas para elegir entre unas cuantas candidaturas cerradas, reservadas a los partidos políticos, y no tenemos ningún control ni capacidad de decisión sobre la acción de gobierno que realice el partido elegido o la coalición que se forme para gobernar. Ni una sola cosa la decide el pueblo supuestamente soberano, ni una sola. ¿De verdad el pueblo es soberano? Desde luego que no, ni de lejos.

Pero es que, además, ni siquiera se respeta el resultado de las elecciones, y me explico. Una opción legítima es votar en blanco. Los votos en blanco computan como válidos, pero no se tienen en cuenta para repartir escaños. Si, por ejemplo, en unas elecciones municipales hubiera suficientes votos en blanco (válidos) como para que no salieran elegidos dos o tres concejales, da igual, porque van a elegirse todos los concejales que correspondan al pleno, despreciando la voluntad de todos aquellos ciudadanos que optaron por no elegir a nadie.

¿Alguna vez se dará voz al pueblo supuestamente soberano para decidir si queremos monarquía o república? (por ejemplo). Todos tranquilos, eso no pasará nunca. ¿Nos dejarán elegir si queremos ejército o no? ¿Si queremos ir a una guerra o no? ¿Si queremos privatizar una empresa pública o no? ¿Sobre la independencia de Cataluña? Nunca pasará. Democracia sí, pero la justica para guardar las formas, para elegir entre candidaturas cerradas y programas previos que nadie tiene la obligación de cumplir después. El ejercicio del poder sigue siendo de los políticos y no del pueblo soberano; es así. Las elecciones sirven para elegir políticos; esa es su función. La única vez que se da la palabra al pueblo cada cuatro años, y es solo para eso. Esa es nuestra democracia, no sirve de nada engañarse. Y ahora, tantos años después de mi primera cobertura periodística de una jornada electoral, me pregunto dónde está y en qué consiste realmente la fiesta de la democracia.

¡Y que nadie nos la quite! Es mejor esto que nada. Ha habido gente que incluso ha perdido la vida luchando por conseguir este derecho; un respeto y reconocimiento a toda esa gente que lo dio todo para conseguir una democracia. Pero tengo la intuición de que muchos de los lucharon por la democracia lucharon por algo más ambicioso que tener elecciones cada cuatro años, no me cabe duda.

Cantaba Patti Smith aquello de «Power of the people», pero el poder del pueblo sigue siendo una entelequia, lo queramos o no.

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