AP4804 LAS LIMITACIONES DEL PIB PARA MEDIR EL DESARROLLO Y BIENESTAR HUMANO

ARGUMENTOS PROGRESISTAS N.º 48 noviembre-diciembre 2022

LAS LIMITACIONES DEL PIB PARA MEDIR EL DESARROLLO Y BIENESTAR HUMANO

El PIB es un medio muy imperfecto para medir el desarrollo, sobre todo porque es incapaz de recoger la creación de utilidad o verdadero valor. Constituye un indicador imperfecto de ese valor, pues se basa en el precio en los intercambios mercantiles. Por otra parte, al constituir un agregado, impide percibir las desigualdades de ingresos entre los ciudadanos. Por todo ello, el PIB debe ser complementado con indicadores que midan de manera más directa el bienestar social y la prosperidad material

La historia económica atribuye a Simón Kuznets la invención del PIB, que está en el corazón del sistema de contabilidad económica mundial. A petición de la Administración Roosevelt, este economista, estadístico y matemático bielorruso propuso una idea simple y poderosa: concentrar toda la actividad económica en un solo número. En 1934 presentó su primer informe, basado en la extrapolación de datos obtenidos mediante encuestas recabadas por un equipo que viajó a lo largo de Estados Unidos, preguntando a granjeros y directores de fábricas qué y cuánto había producido y comprado.

En los primeros años de la II Guerra Mundial, otra personalidad económica ganaba influencia, John Maynard Keynes, que con un famoso panfleto: Cómo pagar la guerra, denunciaba la escasez de estadística para calcular la cantidad de recursos que podían ser movilizados para el esfuerzo de guerra. Ya entonces quedaba claro que la importancia de lo que medimos, aquello que no se mide, no existe estadística, ni políticamente[1].

Hasta esos momentos, la contabilidad económica excluía al Gobierno, y Keynes reclamaba, en coherencia con toda su propuesta de política económica, que el gasto gubernamental estimulaba la demanda y, por tanto, el ciclo económico, y que era vital que el gasto público fuera incluido. Hasta ese momento la renta nacional era la suma de la actividad mercantil de actores privados y empresas. No había lugar para la actividad del Gobierno. En 1941, se publicó la primera serie moderna de contabilidad nacional en Gran Bretaña, que incorporaba la contribución teórica de Keynes. En esas fechas la financiación de la guerra era el leitmotiv de discursos económicos, y en ello los gastos de los gobiernos eran la partida esencial.

A pesar de estos avances, el PIB seguía siendo incompleto e insuficiente para medir toda la actividad económica creadora de valor; sólo atendía a la producción mercantilizada. Y así sigue hasta hoy, a pesar de la notable mejora en la calidad de la medición que supuso la incorporación de los números índices para deflactar precios.

Cada vez son más los y las ciudadanas y expertos que perciben que el PIB no es un buen indicador del bienestar social e individual. La mayor precisión del PIB per cápita tampoco solventa la cuestión. Las informaciones agregadas procedentes del PIB difieren cada vez más de lo que importa realmente a las personas, y contribuye a desorientarlas en las tomas de decisiones políticas en regímenes democráticos.

Los defensores del PIB nunca defendieron que el objetivo fuera reflejar el bienestar. De esta manera pretenden responder a las críticas que denuncian que el indicador económico faro de los discursos económicos, no capte lo que es importante en la vida. Está claro que el relato económico, evaluado por el PIB, se ha convertido, de la mano de la filosofía social postindustrial, en un fetiche en el altar en el que han de ser sacrificados otros valores y bienes.

El actual PIB sobredimensiona el papel de los precios de mercado hasta el punto de medir un aumento de la actividad económica si los padres llevan a sus hijos en transporte

escolar en lugar de con sus vehículos o si se privatiza completamente la enseñanza preescolar, y penaliza, por el contrario, la recuperación pública de los Hospitales privados que haría descender el PIB. No casualmente, el PIB favorece las políticas públicas que mercantilizan la actividad económica que aplica el Partido Popular en La Comunidad de Madrid.

PIB, crecimiento, bienestar y progreso social

Es cada vez más frecuente que los ciudadanos y las ciudadanas se pregunten qué tiene que ver el crecimiento sin más del PIB con sus sentimientos de pérdida de vida en comunidad, de inseguridad laboral, de empleo precario o de falta de oportunidades. A los que se unen los problemas para ‘contabilizar’ los cambios en la calidad resultantes de las mejoras tecnológicas digitales y de comunicación del presente siglo XXI, que en el PIB están deficientemente estimadas, cuando suponen impulsos en la mejora económica y el bienestar personal y familiar.

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Sin dejar de utilizar el PIB, necesitamos incluir la distribución de ese crecimiento como mejor aproximación al bienestar y felicidad de la ciudadanía. Una de las vías para complementar al PIB, son las denominadas cuentas satélites en la Contabilidad Nacional, que intentan aproximar la evolución de aspectos como el medio ambiente, el sector público, la economía doméstica y voluntaria no mercantilizada y el uso de los bienes comunes.

Si las desigualdades crecen respecto del crecimiento medio del PIB per cápita, grupos muy amplios de personas pueden encontrarse en una situación peor, incluso cuando el ingreso medio evaluado por el PIB haya crecido. Es el caso de la región madrileña, que ha visto crecer la población en exclusión y pobreza severa, pasando del 17% en 2018 al 22% en la actualidad. ¡Un aumento del 30%![2] Por eso es preciso incorporar diversidad y distribución, porque el PIB, como indicador sintético, aun considerado en términos per cápita, oculta un grave problema que caracteriza a las sociedades modernas en el siglo XXI: la desigualdad creciente en múltiples dimensiones socioeconómicas. Los promedios, o los datos del PIB per cápita, son incapaces de incorporar la trayectoria de la inmensa mayoría de la población que, en las últimas décadas, y como resultado de la obsesión por el crecimiento, han visto deteriorarse sus condiciones laborales y de vida, aun con crecimientos ‘financieramente’ dopados del PIB. Una incapacidad que se mostró ampliamente cuando las políticas de reequilibrio económico impuestas en la Unión Europea, en respuesta a la crisis de la deuda privada que explotó en 2008 (políticamente convertida en publica), se impuso a todos los estados miembros un ancla a la ratio

Deuda/PIB, materializando la ‘paradoja de la austeridad’[3], y abriendo una segunda crisis con deterioro del bienestar, la cohesión y el aumento de la pobreza, que duró hasta mediados de la década pasada.

La economía en expansión, reflejada por el PIB, no ha beneficiado equitativamente a la población. Por eso es necesario un sistema de información capaz de incorporar la pluralidad de dimensiones de la vida socioeconómica, y no existe una medida o indicador único que resuma un proceso tan complejo y multidimensional como el bienestar de los miembros de una sociedad.

Las limitaciones del PIB para aproximar el desarrollo y progreso humanos, se ponen de evidencia en el caso de Japón. Después de varias décadas de tasas muy bajas o estancamiento del indicador de renta nacional, la población japonesa tiene tasas de desempleo extremadamente bajas, los precios han sido relativamente estables, y las condiciones de vida de la mayoría de la población no se han desplomado. ¿Entonces que podemos hacer con el PIB?

Con la misión de determinar los límites y ofrecer propuestas de mejora, se creó una Comisión[4], que concluyó que era preciso transcender las limitaciones del PIB, mejorando varias dimensiones del progreso, el bienestar y progreso humano. En concreto en las siguientes dimensiones:

  • Indicadores físicos, y no tanto monetarios, de las presiones ambientales, más allá de las externalidades negativas claramente medibles en términos monetarios, como por ejemplo el desgaste de los recursos pesqueros, la desertización regional o local, las migraciones forzadas pro el cambio climático etc.
  • Cuantificar y corregir el impacto sobre los valores monetarios que tienen las operaciones financieras especulativas a corto plazo de los recursos naturales (como el litio, las tierras raras, el agua, etc.).
  • Evaluar y medir mejor la producción no mercantil del sector público (educación, sanidad, vivienda y cuidados, entre otros), valorando su creación de valor más allá de contabilizar sólo los salarios pagados.
  • Tener en cuenta no sólo los flujos de rentas, sino también del patrimonio. Las mediciones de la riqueza-patrimonio, son básicas para entender el bienestar presente y aun futuro a escala agregada, y aún más, desagregada por hogares.
  • Otorgar más importancia a la distribución de los ingresos, del consumo y de las riquezas, superando el Índice de Gini que depende críticamente del propio PIB.
  • Ampliar indicadores de utilización del tiempo en actividades no mercantiles

En resumen, el PIB es un anacronismo del siglo XX, y necesitamos superar sus limitaciones y defectos como indicador exclusivo. Estamos obligados a no sacralizar su valor, y a desarrollar paneles de indicadores que midan el desarrollo y el progreso de las sociedades del siglo XXI, que, tratados en conjunto, sirvan para orientar las políticas públicas que persigan el bien común, y el bienestar de toda la población.

  1. ..- En la Oficina de la autoridad británica de estadística nacional (Office for National Statistics), una inscripción reza: “Mejores estadísticas, mejores decisiones”.

  2. .- https://www.foessa.es/blog/foessa-constata-que-la-exclusion-aumento-en-la-comunidad-de-madrid-tras-la-pandemia-y-afecta-ya-a-un-millon-y-medio-de-personas/

  3. .- Paradoja de austeridad o paradoja de frugalidad, es una teoría keynesiana que establece que, en recesión económica, si el sector público o los ciudadanos, de forma simultánea, deciden ahorrar más, acabarán ahorrando menos.

  4. .- En febrero de 2008, Nicolas Sarkozy, Presidente de la República Francesa, solicito a Joseph Stiglitz, Amartya Sen, y a Jean-Paul Fitoussi, que pusieran en marcha una Comisión, que adoptó el nombre de Informe de la Comisión sobre la Medición del Desarrollo Económico y del Progreso Social: www.stigliz-sen-fitoussi.fr

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