AP4705 LA TRANSICIÓN TECNOLÓGICA Y SUS CONSECUENCIAS SOCIALES
ARGUMENTOS PROGRESISTAS N.º 47, agosto-septiembre 2022
LA TRANSICIÓN TECNOLÓGICA Y SUS CONSECUENCIAS SOCIALES


Parece previsible que, a medio plazo, el ritmo de innovación tecnológica no disminuya, en parte porque sigue siendo muy activa en áreas tecnológicas ya muy beneficiadas por la revolución precedente, y en parte porque parecen apuntar nuevas áreas de innovación (por ejemplo, energía de fusión). En su incidencia sobre la sociedad –y más allá, del ser humano– la tecnología suele abrir distintas alternativas de aprovechamiento y organización, si bien la clase dominante tiene, en general, una gran ventaja
“El progreso que el trabajo humano hace sobre el producto natural, transformándolo en el producto natural elaborado, no multiplica por tanto el salario, sino, en parte, el número de capitales gananciosos y, en parte, la proporción de cada capital nuevo sobre los precedentes”
(Karl Marx. Manuscritos. Economía y Filosofía, Alianza Editorial, 1970, p.72)
1. LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA PROSIGUE
En los años 60 del siglo XX comenzó una revolución tecnológica gigantesca, pero además tan continuada que todavía no ha disminuido en ritmo, al menos de manera apreciable. Esa revolución se extendió a muchos campos, y, además, en muchos de ellos de manera interconectada. El frente de avance más activo fue el relativo a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), y ha tenido consecuencias extraordinarias en infinidad de campos de la vida social. Hay otro frente tecnológico que también ha tenido una gran incidencia social –y probablemente, más en el futuro–, si bien muy diferente del anterior: la ingeniería genética.
Hacia el futuro, la innovación tecnológica sigue siendo tan dinámica que puede seguir adjudicándosele el adjetivo de revolucionaria. Seguirán siendo muy activas las TIC y la Biotecnología, pero podría ser que, en unos diez años, empezase a despegar otro frente tecnológico de gran envergadura: la energía de fusión. Si ésta segunda se retrasase, la energía de tipo alternativo que puede crecer más en utilización, podría ser el llamado “hidrógeno verde”.
También proseguirá la innovación en materiales, en unos casos en algunos ya en explotación, como el grafeno. Pero también en otros muchos, de una extraordinaria variedad y cualidades: semiconductores, nanotecnología, holografía, y otras áreas tecnológicas. Volviendo a las TIC, la innovación sigue registrándose en una gran cantidad de áreas, como Robótica, computación cuántica, Inteligencia Artificial (IA), impresión 3D, realidad aumentada y metaversos, telefonía móvil, guerra electrónica y seguridad, e Internet de las cosas, etc.
En resumen, la máquina es el término último, hasta hoy, del desarrollo constante y progresivo de los instrumentos de producción. El largo camino del devenir histórico de la humanidad conduce al reinado de las máquinas potentes y perfeccionadas. Sin embargo, el hombre no ha cesado de alinearse progresivamente, convirtiéndose en una rueda de la inmensa máquina y maquinaria capitalistas.
2. ¿PROSEGUIRÁ LA INNOVACION ORGANIZATIVA?
La Revolución tecnológica, tal como ha se ha realizado hasta ahora, ha propiciado en unos casos, y ha hecho posible en otros, una innovación organizativa que ha tenido unos resultados económicos y sociales comparables en magnitud con los tecnológicos. Hemos dicho innovación en el campo organizativo y en una gran variedad de campos. Una de esas soluciones organizativas –quizá la más importante–, es, sencillamente, el autoservicio. Hay multitud de procesos productivos, y sobre todo comerciales, que han dejado de ser realizados por trabajadores de las empresas oferentes, para ser ejecutados por los clientes o usuarios mismos.
Tal sucede con servicios financieros, supermercados e hipermercados, estaciones de combustible, formación, o autoservicio de bienes y servicios a través de Internet, máquinas automáticas o telefonía móvil.
La segunda gran innovación, o al menos solución organizativa, que se extendió mucho a raíz de la revolución microelectrónica, fue la Producción Flexible y la Just-in-time. Ha habido otras innovaciones organizativas, o al menos aplicaciones innovadoras, como por ejemplo, en modularización y Facility Management.
También hay movimientos organizativos que se han hecho posibles por la innovación tecnológica, como la extensión del trabajo a distancia. Asimismo se pueden citar soluciones que son al mismo tiempo tecnológicas y organizativas, como la smart city.
También conviene citar ciertos métodos organizativos que ni han surgido recientemente, ni dependen de la innovación tecnológica; más bien han sido ellos útiles para impulsar innovaciones en el campo tecnológico y en el organizativo. Algunos de esos métodos se han utilizado ampliamente en Japón y otros países orientales, pero poco en Occidente. Tal es el caso de la metodología Kaizen y los círculos de calidad. En Occidente se ha empleado más métodos como las normas ISO y EFQM, pero a menudo se han burocratizado y degradado por bastantes empresas e instituciones. Es de lamentar, porque la productividad potencial de los Círculos de Calidad y los métodos del Kaizen, es extraordinaria, y sus repercusiones para la Seguridad y Salud en el trabajo, la formación y la satisfacción en el trabajo, gigantescas.
Estas últimas observaciones nos dan pie para una observación muy importante a propósito de la organización. En muchos casos un logro tecnológico puede instrumentarse organizativamente de maneras distintas, y cada una de ellas con implicaciones y consecuencias diversas. Eso nos lleva a otras dos cuestiones: ¿quién suele tener la última palabra en cuanto a la opción entre una u otra? Y, ¿cuál o cuáles tienden a ser los beneficiarios más directos de esa opción?
3. LA INNOVACIÓN Y LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN
Uno de los campos más brillantes de la teoría marxista, es el tratamiento que hace de la innovación tecnológica. Es el factor fundamental del dinamismo económico y el social, o al menos el más perceptible. Al incidir en los procesos productivos (y a veces en los productos, y a partir de ellos, en los procesos), altera los requerimientos de factores productivos y la manera de aplicar dichos factores, y entre ellos el trabajo.
Es decir, la innovación afecta a la organización de la producción, y con ello del trabajo. Algunas veces, la tecnología parece imponer en lo esencial una organización, pero otras veces permite elegir entre diversas alternativas.
Ahora bien: cuando la innovación tecnológica provoca o propicia una modificación en la organización, la decisión en este campo está muy influida por las relaciones de producción, y ahí la parte empresarial tiene más fuerza que la parte de los trabajadores. Evidentemente, la primera trata de obtener la mayor productividad, porque aspira a lograr la mayor rentabilidad.
Sin embargo, hay momentos en los cuales la parte empresarial tiende a obrar de una manera algo miope, y ni siquiera distingue con claridad cuál es la solución organizativa más productiva y rentable. Precisamente, la innovación tecnológica en curso tiene la ventaja de que a menudo abre la posibilidad de alternativas organizativas que son muy productivas y, a la vez, más satisfactorias para los trabajadores. Ahí se abre para éstos una ventana de oportunidad, sobre todo si se coordinan adecuadamente los sindicatos y algunos técnicos dotados de la visión y preparación adecuadas.
En este sentido, es destacable la aportación del Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, que creó el “enfoque sociotécnico”. Esta perspectiva tiende a reconocer las alternativas organizativas (o en muchos casos, a la vez técnicas y organizativas) que pueden rivalizar en productividad y en permitir una mayor calidad en el trabajo. Cierto número de empresas han aceptado negociar ese tipo de alternativas sociotécnicas. Desgraciadamente, la proporción de empresas y trabajadores beneficiados por estas negociaciones ha sido muy reducido respecto del total potencial. En muchos casos, esa escasez se ha debido a la parte patronal, pero en otros no ha habido la suficiente iniciativa y preparación técnica por parte sindical para proponer un acuerdo.
4. REPERCUSIONES DE LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA PARA LA SOCIEDAD EN GENERAL, Y EL MISMO SER HUMANO
¿Qué rumbo seguirá la innovación tecnológica? Y, sobre todo, ¿qué impacto tendrá sobre la sociedad, y para el ser humano mismo, en el futuro? Con el fin de evitar que se produzca la exclusión humana y productiva de una gran parte de la sociedad mundial, el debate de crecimiento económico y reparto de la riqueza –a veces oculto tras una “globalización de la economía” presuntamente inexorable– se plantea de forma crucial y con necesidad de compromisos claros y urgentes para una “transición justa”.
Para ello, los sindicatos, como actores globales necesarios, vienen reclamando que se establezcan nuevas normas y reglas del juego para un desarrollo global y justo –integrando los derechos humanos y sociales– sobre la base de valores de equidad, reduciendo la pobreza de cientos de millones de personas, a través del pleno empleo con unas condiciones de Trabajo Decente (OIT). El axioma por excelencia ha sido mantener la imposibilidad del progreso económico y tecnológico sin que, a la vez, se plantee el progreso social. “Crecer, repartiendo”, rectificando el argumento neoliberal de “primero, crecer y luego repartir”.
En efecto, en nuestros países desarrollados y en cualquier región del mundo que se incorpore al modo de producción capitalista, la “centralidad del empleo” es un elemento fundamental para la distribución primaria de la renta y del “vínculo social” o sentido de ciudadanía que, junto con otros derechos sociales, han conformado durante años el “modelo/patrimonio social europeo”, que ahora, con el pretexto de su “revisión”, se quiere eliminar o recortar en aspectos fundamentales. A lo largo del siglo XX se ha ido fraguando el Estado de Bienestar con grandes sacrificios y luchas sociales, estableciendo un “Pacto Social” sobre un modo de producir y vivir en paz y democracia.
Por ejemplo, una de las alternativas más innovadoras en el ámbito de la Relaciones Laborales, practicado desde hace años por varias sociedades industriales avanzadas (Países nórdicos, Alemania.) es la de los “beneficios compartidos de la productividad”: un tercio de los beneficios para salarios, un tercio para dividendo de los accionistas y otro tercio para inversiones productivas, innovación… De esta forma, además, se desarrolla una de las asignaturas pendientes de nuestro modelo productivo, como es la democracia industrial o participación en la empresa, a través de la Negociación Colectiva.
Con todo, es difícil hacer predicciones, e incluso meras previsiones. Sin embargo, hay algo que podemos afirmar, y es que, al menos la respuesta al interrogante por nuestro futuro, depende en gran medida de nosotros. Al menos, de la mayor parte de nosotros, aunque sea en una proporción muy desigual. Todos tenemos algún poder sobre ello: con nuestro voto, con nuestros comportamientos en el trabajo, en el consumo, en las organizaciones sociales a las que pertenecemos y a las que podemos pertenecer.