AP4907 ATENCIÓN PRIMARIA: ESA FORMA DE CUIDARNOS ENTRE TODAS
ARGUMENTOS PROGRESISTAS N.º 49, dic. 2022- enero 2023
ATENCIÓN PRIMARIA: ESA FORMA DE CUIDARNOS ENTRE TODAS


La Atención Primaria es fundamental en la satisfacción del derecho a la salud. Sin embargo, se ha ido deteriorando muy gravemente. Una dimensión de su degradación ha sido la económica, pues recibe una parte mínima del presupuesto sanitario. Pero, además, esos recursos se aplican de manera poco eficiente, pues resulta necesario redefinir la dedicación de los distintos perfiles profesionales de la Sanidad y la estructura de equipo. También es necesario desmedicalizar dolencias cuyos pacientes deberían orientarse hacia otros servicios sociales. En cambio, la Atención Primaria debería insertarse más en su entorno social, y ser sensible a sus necesidades
Atención Primaria no es un lugar. Atención Primaria es una forma de abordar la salud; probablemente, la forma más efectiva, segura y eficiente que hayamos encontrado hasta el momento de abordar los problemas de salud de la población. Aunque habitualmente pensar en Atención Primaria es pensar en centros de salud, médicos y médicas “de cabecera”, pediatras y enfermeras de Atención Primaria, el verdadero sentido de la Atención Primaria no radica en el continente, sino en su contenido y sus formas de funcionamiento. Acompañar a la población a lo largo de la vida, hacerlo de manera integral, sin desentenderse de ningún problema de salud, tener relación con la comunidad en la que está el centro de salud y relacionarse con los diferentes agentes comunitarios, coordinarse con otros profesionales que tratan la salud del paciente concreto, y hacerlo todo poniendo en el centro de la acción al paciente y su entorno. Eso es lo que significa Atención Primaria, de modo que, aunque haya centro de salud, si quienes trabajan en él no pueden garantizar todas estas formas de desarrollar sus labores, entonces no es Atención Primaria lo que tenemos.
Pocos servicios públicos tienen un ánimo tan universal como el que posee la Atención Primaria. Durante años, con sus altibajos y dificultades, esta ha representado un ámbito de promoción y desarrollo de la buena salud, y acompañamiento y cuidado de la enfermedad, basándose en el trabajo en equipo de diferentes categorías profesionales, y haciendo todo eso a lo largo del tiempo de vida de la gente.
Sin embargo, ese camino, esa unión en la salud y en la enfermedad de la Atención Primaria y la población, se ha ido deteriorando, llegando a veces a un divorcio por hastío, por falta de respuesta, por cansancio. Un distanciamiento que ha tenido muchas causas en la última década; primero fue el adelgazamiento presupuestario derivado de la bajada de gasto público en la crisis económica de 2008; luego la incapacidad de la Atención Primaria para, en los años 2014-2019, poder atraer cierta recuperación del gasto sanitario, cosa que sí ocurrió en el ámbito hospitalario; por último, el uso de cualquier eventualidad social, política o económica para relegar a la Atención Primaria al último lugar en la escala de prioridades de la política sanitaria en España, usándose como excusa la pandemia, la falta de médicos, de pediatras o enfermeras, la limitación de espacios en los centros de salud, la constricción presupuestaria…
En este contexto llegamos a finales de 2022, donde la sensación de condición póstuma se cierne sobre la Atención Primaria; esa percepción de que todo está acabado y cualquier reforma de futuro solo será una reedición defectuosa de lo que ya ocurrió en el pasado. Sin embargo, como la resignación es un privilegio que solo pueden permitirse quienes poco necesitan, vamos a plantear a continuación algunas cosas que deberían hacerse, no ya para “salvar” la Atención Primaria de su situación actual, sino para, teniendo como objetivo la mejora de la salud de la población, potenciar la mejor herramienta posible para ello, que casualmente es la Atención Primaria.
La necesidad de blindar los recursos
La Atención Primaria recibe muy poco presupuesto. En el conjunto de España, el porcentaje de gasto sanitario que se destina a la Atención Primaria es levemente superior al 14%, apenas superando el 11% en la Comunidad de Madrid. Esto, además de imposibilitar la presencia de músculo presupuestario para acometer reformas de calado, supone también un freno a la búsqueda de cualquier tipo de armonización o convergencia entre diferentes Comunidades Autónomas porque solo permite igualar a la baja, y no al alza.
Ante esto, las propuestas han de ser claras: establecer suelos de gasto que permitan asegurar que, incluso en presencia de gobiernos que no crean con firmeza en el rol de la Atención Primaria, esta contará con la suficiencia presupuestaria necesaria para mejorar la salud de la población.
Pueden establecerse diferentes propuestas de suelo de financiación, pero una razonable podría ser garantizar un límite inferior de gasto sanitario total (como resultado de combinar gasto como % del PIB, gasto por habitante y % del presupuesto total) y, sobre ello, plantear un % mínimo de gasto destinado a Atención Primaria que bien podría ser del 20%.
Este refuerzo presupuestario ha de hacerse con una certeza: Atención Primaria no es la puerta de entrada al sistema o el lugar donde se resuelven las cosas poco importantes. Atención Primaria debe ser el lugar donde transcurren la inmensa mayoría de los procesos de atención y promoción de la salud de la población, y es en ese ámbito donde cada vez han de producirse un mayor número de interacciones de los pacientes con diferentes profesionales.
Más allá del dinero: reconocimiento y organización
El dinero no basta.
La Atención Primaria que tenemos fue diseñada en otro momento, para dar respuesta a un mundo que ya no existe, con una sociedad que ya no enferma como enfermaba y contando con unos profesionales que son muy diferentes a lo que eran. Por ello, lo que necesita la Atención Primaria no es solamente recibir más recursos, sino también revolucionar la forma en la que transforma esos recursos en mejor salud para la gente.
Uno de los grandes retos de la Atención Primaria en la próxima década (y de la sanidad en su conjunto) es el de redefinir qué hace cada profesional en el sistema sanitario. Un ejemplo claro es el de las enfermeras. Las enfermeras en atención primaria han evolucionado en su trabajo de forma exponencial: se ha pasado del mero acompañamiento al médico y realización de técnicas más o menos sencillas, a una formación especializada, a tener sus consultas propias con sus cupos de población, sus técnicas, sus estrategias y su colaboración activa con otros profesionales. Las enfermeras, mediante el incremento de su autonomía profesional han brindado a la población de nuevas prestaciones y valor añadido sobre su salud de formas que antes era imposible prever. Esto facilita que, cada vez más, el sistema y los problemas de salud de la población, no deban pasar por el médico en todo caso, sino que puedan interaccionar con otros profesionales que forman parte de los equipos de Atención Primaria.
Esta redefinición de categorías profesionales se acompaña del crecimiento o la entrada de otros profesionales como pueden ser fisioterapeutas, podólogos, psicólogos, matronas o terapeutas ocupacionales, entre otros. La Atención Primaria es un asunto de equipos, y no es en absoluto entendible si no es con el funcionamiento completo y coordinado de dichos equipos.
Otro de los ámbitos donde la Atención Primaria ha de ganar relevancia dentro del sistema para desarrollar su papel al completo, es el de la desmedicalización de la vida diaria. Hoy en día, la falta de universalidad en otros servicios públicos, conjuntamente con un sistema que aumenta los padecimientos de la vida diaria y los malestares de causa diversa, todo conjuntamente ha redundado en que se pasen por el filtro del sistema sanitario una cantidad importante de padecimientos de causa social o económica que no pueden encontrar en la sanidad una respuesta satisfactoria.
La Atención Primaria ha de ser un lugar donde las estrategias contra la medicalización de la vida diaria tengan cabida, facilitando la gestión colectiva de los padecimientos cotidianos no patológicos y tratando de mejorar la salud de la gente a través también de la mejora de sus condiciones de vida. Tan importante como dar respuesta sanitaria a los problemas de esa índole, lo es tratar de no medicalizar los aspectos que encontrarían mejor respuesta en otros lugares de actuación.
El tercer aspecto que nos gustaría destacar en este apartado, es la necesidad de que los centros de salud sean, cada vez más, elementos activos en los barrios donde se encuentran ubicados. La Atención Primaria tiene que ser un agente más del funcionamiento de las comunidades y los barrios, y para ello hace falta que los profesionales tengan tiempo, ganas y formación para implicarse en el funcionamiento de aquellas cosas de los barrios que generan salud y donde su población está presente. La orientación comunitaria de la Atención Primaria siempre ha sido la característica olvidada, y parte de la deriva decadente de la Atención Primaria es probable que esté ligada a su incapacidad para ser un elemento más de la vida de los barrios de forma completa.
Lo que hay que salvar
Ninguna sociedad querría renunciar a tener una Atención Primaria que funcionara razonablemente bien, como tampoco querría desarrollar una Atención Primaria que funcionara para un mundo que ya no existe.
Toca transformar la Atención Primaria para poder volver a cuidar a las personas en todas sus etapas, a la comunidad en su conjunto, a nosotros y nosotras.
Siempre se ha dicho que la Atención Primaria es la puerta de entrada al sistema sanitario; abrir esa puerta en ambos sentidos: de entrada, sin duda, pero también de salida de profesionales hacia la Comunidad, hacia las casas, hacia las calles, hacia donde ocurre todo. Debe ser un imperativo en nuestro primer nivel de cuidados y una obligación para con nosotros y con los que vendrán.